martes, 4 de septiembre de 2007

El calentamiento global ilusorio, 1ª Parte

por Zbigniew Jaworowsky, M.D., Ph,D., D.Sc.

del Laboratorio Central de Protección Radiológica de Varsovia, Polonia.
También se desempeñó como Jefe del UNSCEAR, Comité Científico
de las Naciones Unidas sobre Efectos de las Radiaciones Atómicas.

(Traducción del Inglés de Eduardo Ferreyra,
del artículo publicado en la revista científica 21st Centruy Science & Technology)

A pesar de los miles de millones de dólares en estudios y millones de titulares de propaganda, el calentamiento global profetizado por la industria del modelado climático computarizado no es científicamente real.

La cantidad de dinero que se gasta en los estudios sobre el clima en todo el mundo, ha llegado a la asombrosa cifra de 5.000 millones de dólares al año [1]. Sólo en los Estados Unidos, se gastan más de $ 2.000 millones, sin incluir el costo de satélites, barcos y construcción de laboratorios [2]. Los climatólogos han obtenido esta fabulosa cantidad de dinero al inventar una visión catastrófica a escala planetaria, provocada por el hombre.

En las décadas del 70 y 80, los modelos computados profetizaron una duplicación del contenido de CO2 de la atmósfera para los próximos 60 años. El efecto invernadero de este aumento del CO2, junto al de otros gases liberados por el hombre a la atmósfera -CH4, N2, CFC-11 (freones), y CFC-12- suponía que incrementaría la temperatura global de la superficie en 5°C. En las regiones polares, el aumento proyectado llegaba a los 10°C [3-5]. Más tarde, los climatólogos truncaron las estimaciones de los modelos computados del aumento de temperatura causado por el hombre para el año 2100 a 3,5°C [6] , primero, y luego a 2,3°C. [7]

El calentamiento del clima causado por los gases de invernadero provocados por el hombre es presentado de manera normal como una sombría catástrofe que inducirá la extinción masiva de animales y plantas, epidemias de enfermedades contagiosas y parasitarias, sequías e inundaciones y aún invasiones de insectos mutantes resistentes a los insecticidas. Se predice que el derretimiento de los glaciares provocará una elevación de 3,67 metros del nivel de los mares, inundando islas, áreas costeras densamente pobladas y grandes metrópolis [6, 8].

Sobrevendrán migraciones en masa y una cantidad de otras consecuencias sociales y ambientales -siempre perjudiciales, nunca beneficiosas. Según un climatólogo norteamericano, la táctica de "asústelos a muerte" parece ser la mejor para conseguir los fondos para los estudios del clima. El Dr. Stephen Schneider, un importante profeta del calentamiento global lo ha declarado muy claramente:

"Para capturar la imaginación del público... debemos hacer... declaraciones simples y dramáticas, y muy poca mención de las dudas que podamos tener... Cada uno de nosotros debe decidir cuál es el correcto equilibrio entre ser efectivos y ser honestos".[9]

Grandes organizaciones internacionales como la Organización Mundial de Meteorología (WMO), el Programa de las naciones Unidas para el Ambiente (UNEP), el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), y otras, dirigen el enorme flujo de dinero para los estudios del clima. Las fuentes de estos fondos son los gobiernos de muchos países, la Unión Europea y el Banco Mundial. El IPCC, fundado en 1988, se convirtió en el principal consejero científico para los países que forman parte de la Convención de Trabajo sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, adoptada en 1992 en Río de Janeiro, y conocida como el "Tratado sobre el Clima".

Los informes del IPCC, que se han convertido en la Biblia de burócratas y fanáticos ecologistas, acusa a la civilización de ser la responsable de un calentamiento global, y repetidamente declara que ellos reflejan un verdadero "consenso" en la comunidad científica. Esta declaración sobre el consenso es absolutamente falsa: las evaluaciones, conclusiones, y aún el método de trabajo del IPCC son criticados en la actualidad por numerosos científicos. Una descripción más precisa de la actual situación sería la de controversia. La ciencia no progresa mediante un proceso de consenso o votación. No hubo un consenso sobre la idea de Copérnico, en su tiempo, sobre que la Tierra orbitaba alrededor del Sol. El consenso no es necesario en la ciencia; es útil para los políticos.

Muchos notables y competentes han expresado sus opiniones criticando a los informes del IPCC. Por ejemplo, el Dr. Frederick Seitz, ex presidente de la Academia Nacional de Ciencias de los EEUU y de la Sociedad de Físicos Americana, presidente emérito de la Rockefeller University, antiguo presidente del Defense Science Board, y ex Consejero Científico de la OTAN ha declarado: "Jamás he presenciado una corrupción más perturbadora de un proceso de revisión de los pares (peer review), que los eventos que condujeron a este informe del IPCC" [10] . El Dr. Keith Shine, uno de los principales autores de los informes del IPCC, describió el proceso de edición del informe de 1996 del IPCC como sigue:

"Nosotros producimos un borrador, y luego los que hacen las políticas lo repasan línea por línea y cambian la manera en que fue presentado... no cambian los datos sino la forma en que están presentados. Es algo muy peculiar que ellos tengan la última palabra en lo que contiene un informe científico" [11].

Cerca de la mitad de los científicos que tomaron parte en la preparación del informe del IPCC de 1996 no están de acuerdo con sus conclusiones [12] , y eso difícilmente es un "consenso". Hasta los más importantes publicaciones del establishment científico, Science y Nature, han expresado la falta de consenso del IPCC y su errónea metodología. Nature dedicó dos editoriales al tema, [13,14] y un editorial en Science dijo que:

"Si se examinan algunos artículo científicos sobre el tema (modelado del calentamiento climático) se encuentra un acuerdo virtualmente unánime de que los modelos computados son deficientes". [15] La incompatibilidad que existe entre los procedimientos del IPCC con las normas usuales de la investigación científica llevó a Science a decir que "la reputación del IPCC por corrección en procedimientos y construcción de consenso alrededor de la precisión científica estará permanentemente comprometida". [16]

El Foro Europeo de Ciencia y Ambiente (ESEF), una organización independiente, publicó recientemente dos monografías en las cuales algunas docena de científicos (incluyendo a Sir Fred Hoyle) presentan estudios que contradicen las conclusiones del IPCC [17,18]. Más de cien científicos firmaron la Declaración de Leipzig, protestando por el alegado consenso del IPCC y la implementación del Tratado de Río.

La Declaración de Leipzig calificó a los términos de este tratado como "políticas drásticas carentes de apoyo creíble de la ciencia subyacente- ...mal asesorada, plena de peligros económicos y probablemente resultará contraproducente." En 1998, 17.000 científicos firmaron la Petición de Oregon, protestando por los acuerdos de Kyoto en 1997.[19] Estos acuerdo demandaron, entre otras cosas, la reducción del 35% en la producción de energía de los Estados Unidos en una década.

Cuán sensitivos son los jefes del IPCC y organizaciones relacionadas a la amenaza de perder credibilidad (y, por ende, los fondos), puede ser visto en un reciente artículo del ex presidente del abiertamente político IPCC, Bert Bolin, y cuatro importantes funcionarios del Cambio Global y Ecosistemas Terrestres (GCTE) y del Programa Internacional Geosfera-Biosfera (IGBP). Bert Bolin, escribiendo en Science, septiembre 14, 1999, comentando el estudio de DeLucia et al., (Science, mayo 14, 1999, p. 1177), que proyectaba que para el año 2050 los bosques absorberían el 50% del CO2 producido por el hombre -es decir, que no existe un inminente calentamiento global. Bolin et al. declaraban: "En el actual clima político post Kyoto, las afirmaciones científicas sobre el comportamiento del ciclo del carbono terrestre deben hacerse con precaución. . ."

Esto es un abierto intento de incluir un criterio político en las declaraciones científicas, y una limitación a la libertad de la ciencia. Tal declaración evoca al pagano espíritu del políticamente mentalizado académico soviético, Trofim Lysenko.

Ambas ideas, la del calentamiento global inducido por el hombre y la limitación al consumo de combustibles fósiles fueron politizadas hace mucho tiempo.(20) El calentamiento global se convirtió en una conveniente justificación para la ahora popular propuesta neo-Maltusiana de limitar el crecimiento de la población en los países del Tercer Mundo, y los impuestos excesivos sobre la quema de combustibles. El llamado "impuesto BTU" sería de 500 dólares por tonelada de carbón, [21] causando un aumento de ocho veces en el precio del carbón bituminoso y una drástica reducción de la actividad económica. La industria nuclear aplaude esto, creyendo de manera ingenua que, de algún modo, el miedo al calentamiento global hará que la opinión pública sea más favorable para la energía nuclear.

Maurice Strong, Secretario General de la Conferencia sobre Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas, realizada en Río de Janeiro en junio de 1992, demarcó el escenario para la lucha política: "Podemos llegar al punto en que la única forma de salvar al mundo será el colapso de la civilización industrial" [12] . Strong fue secundado por Timothy Wirth, Subsecretario de Estado para Asuntos Globales: "Tenemos que montarnos sobre el tema del calentamiento global. Aún cuando la teoría del calentamiento esté equivocada, estaremos haciendo lo correcto en términos de política económica y ambiental".

Richard Benedick, otro representante del Departamento de Estado, declaró: "Se debe implementar un tratado sobre el Calentamiento Global aún cuando no exista evidencia científica que respalde al efecto invernadero". Maurice Strong avanzó sobre su idea del "desarrollo sustentable" que, según dijo, puede ser implementado "por una deliberada búsqueda de la pobreza... reducido consumo de recursos... y establecer niveles de control de la mortalidad". Esta sentencia de muerte se hace eco de las recomendaciones de Thomas Malthus en el siglo 18, que aconsejaba:

"Todos los niños que nazcan, más allá de lo que es requerido para mantener a la población a este nivel, deben necesariamente perecer, a menos de que se les haga lugar mediante la muerte de personas adultas... Por consiguiente, debemos facilitar, en vez de tonta y vanamente intentar impedir las operaciones de la naturaleza para producir esta mortandad".[22]

Beneficios y Costos del Catastrofismo

Las exhortaciones de los climatólogos sobre temas catastróficos son amadas por los ministerios de protección del ambiente, porque justifican su misma existencia. También son amadas por los ministerios de economía, ávidos de incrementar los presupuestos de sus gobiernos por medio de nuevos impuestos. Así, los intereses de los climatólogos en conseguir fondos para sus trabajos son concurrentes con el interés de los gobiernos. De hecho, los gobiernos pueden ganar 500 veces más que los climatólogos: poner impuestos a todas las emisiones industriales de CO2 a la atmósfera (5 gigatoneladas de carbón anuales) puede llegar a los 2,5 billones de dólares por año. Sin embargo, las pérdidas en la economía mundial serán varios órdenes de magnitud más grandes, arruinar a toda la industria del mundo y causar un empobrecimiento masivo -tal como lo propuso Maurice Strong en Río de Janeiro. Según Sir Fred Hoyle, esto puede tener el efecto de hacernos volver a la Edad de las Tinieblas del Medioevo.[23]

Hace apenas 25 años, en la década de los 70, el calentamiento del clima era llamado "mejoramiento", es decir, un clima más benigno, y los períodos cálidos del pasado se conocían como "óptimos climáticos". El Dr. Stephen Schenider, el más notorio de los profetas de la catástrofe del calentamiento, nos advertía en los ´70 que las emisiones industriales inducirían un drástico enfriamiento -que poco después del año 2000 traería una nueva Edad de Hielo [24] . En esa época, el enfriamiento era un mejor proveedor de fondos para el ataque contra la industria que el calentamiento.

Las Bases Científicas para las Teorías Climáticas

El calentamiento global, supuestamente causado por las emisiones humanas de CO2 y otros gases de invernadero, es una hipótesis basada en modelos por computadora y argumentos teóricos. Las bases más importantes para esta hipótesis es el análisis de gases de invernadero en las probetas de hielo de Groenlandia y la Antártida. De los resultados, los glaciólogos han inferido que el contenido de CO2 en la atmósfera preindustrial era un 26% menor que hoy. En muchos estudios publicados en la última década se demostró que los estudios de las muestras de hielo están manchadas por la manipulación de los datos, el rechazo ilegítimo de resultados que no convenían, e interpretaciones unilaterales -lo que descalifica estos estudios como una fuente confiable de información sobre los cambios de la atmósfera durante eras pasadas.

Figura 1
Variación de la Temperatura en la Superficie de la Tierra

Las tres curvas muestran variaciones de la temperatura en la superficie de la Tierra durante el último millón de años (a), los últimos 10.000 años (b) y los últimos mil años (c). La línea punteada horizontal representa la temperatura al comienzo del siglo 20.
Fuente: IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático), 1990 (Nota 6)

La baja concentración de CO2 y otros gases encontrados incluidos en el hielo, son artefactos resultantes de una variedad de más de 20 procesos químicos y físicos que ocurren, ya sea en las capas del hielo polar o como consecuencia de la perforación del hielo. No son las verdaderas concentraciones de la atmósfera preindustrial. La mayoría de estos procesos tienden a disminuir la concentración de CO2 en los gases de las inclusiones. Estos hechos fuero totalmente ignorados por los glaciólogos en su unilateral interpretación de sus resultados analíticos [25-33]. Por otra parte, un análisis minucioso de las abundantes mediciones de CO2 de la atmósfera hechas en el siglo 19, muestran que la concentración promedio antes del 1900 era 335 partes por millón en volumen (ppmv) [34] -es decir, similar a la concentración de CO2 en 1978.

Recientemente se descubrió que existe una relación inversa entre las concentraciones de CO2 atmosférico y la frecuencia de estomas en las hojas de los árboles, y que este método provee un método preciso para detectar y cuantificar las fluctuaciones del CO2 durante los siglos pasados. Las hojas de arce recuperadas de depósitos de la era del Holoceno de un lago de Dinamarca por un equipo de científicos holandeses, por ejemplo, demuestran que 9.600 años antes de nuestra era las concentraciones atmosféricas de CO2 eran de 348 ppm -igual que las concentraciones de 1987. Desde 9.600 años antes que hoy (AAH) hasta 9.400 AAH los niveles se mantuvieron entre 333 y 347 ppmv. De modo que, muy en contra de las famosas estimaciones de hielo, la señal de la frecuencia de estomas muestra que las concentraciones de CO2 en el Holoceno temprano eran similares a las del final del siglo 20.

Los autores del estudio holandés declararon "Nuestros resultados contradicen al concepto del CO2 relativamente estable del Holoceno de 270 a 280 ppmv hasta la revolución industrial" [35]. El estudio de las hojas de árboles corroboran la crítica de los estudios de muestras de hielo y destruyen los cimientos mismos de la hipótesis del calentamiento global.

Cambios de Temperatura: Los Ciclos largos

El contenido atmosférico del CO2 y las temperaturas nunca han sido estables; han estado fluctuando desde los albores de la historia. La evidencia geológica muestra que la concentración atmosférica de CO2, que ahora es de unas 350 ppmv, era de 5.600 ppmv al final del Ordovicio, hacen unos 450 millones de años [36] ; en el período Carbonífero, 340 millones de años antes que ahora, era de 4.000 ppmv; y en el período Cretácico - 90 millones de años atrás - el nivel era de 2.600 ppmv. Estas concentraciones sumamente altas no estaban, de manera obvia, asociadas con ningún "descontrolado efecto invernadero", el mantra de los propagandistas del calentamiento global.

Durante los últimos 100 millones de años, la temperatura media superficial y la concentración de CO2 atmosférico han estado diminuyendo sistemáticamente [37]. 50 millones de años atrás, la concentración de CO2 (2.000 ppmv) era casi 6 veces más grande que ahora, pero las temperaturas eran apenas 1,5°C más altas! En el período Ordovicio, cuando el contenido de CO2 en el aire era 16 veces más alto que hoy, la temperatura de los trópicos no aumentó, y en las altas latitudes se registraba la glaciación de Gondwanaland. [36]

Las temperaturas de superficie del Mar de los Sargasos -al este de las Indias Occidentales- han sido determinadas por un período de 3000 años analizando la relación de isótopos de oxígeno de organismos fósiles en los sedimentos del fondo. La información corre hasta el año 1975. Durante l período de calentamiento -hacia 580 D.C.- los países del Mediterráneo, el subcontinente Indio y la China gozaron de una bonanza sin precedentes. Hacia el 500 D.C., un período de enfriamiento estuvo asociado con una declinación en la economía y civilización Europea, de la que se recuperó en un nuevo calentamiento hacia el año 1000 D.C. Desde el fin de la Pequeña Edad de Hielo, la temperatura no ha vuelto a ser tan alta como durante el Óptimo Climático Medieval.

Fuente: Adaptado de: L.D. Keiwin, 1996, Science, Vol. 274, pp. 544-546

La razón para la falta de correlación entre los cambios de temperatura y las concentraciones de CO2 en épocas pasadas es que el principal gas de invernadero no es el CO2 sino el vapor de agua. También es el caso de que el aumento de las concentraciones de CO2 por encima de un nivel más bien bajo no puede causar un aumento de la temperatura (ver más abajo). No fue el CO2 quien determinó las permanentes oscilaciones del clima terrestre, sino los cambios en la constante solar que están en perfecta correlación con las oscilaciones climáticas de una periodicidad de unos 2.500 años. Esto está sugerido por los depósitos glaciales en el fondo del Atlántico del Norte, depósitos de sal en los glaciares, en los sedimentos oceánicos y en el contenido de carbono-13 en los anillos de los árboles.

En la escala de tiempo más larga, la duración de los alternados y asimétricos ciclos de largas glaciaciones y mucho más cortos períodos interglaciales cálidos, fue de 20.000 a 400.000 años [39] . Desde hace cerca de 2 millones de años, un ciclo ha durado típicamente 100.000 años, con ciclos glaciales de 90.000 años de duración, y períodos cálidos de unos 10.000 años [6, 40, 41] . Durante los últimos 850.000 años se dieron 7 u 8 de tales ciclos. (Ver Figura 1). La diferencia de temperatura entre las fases cálidas y frías es de 3°C. [42]

El actual período cálido comenzó hace 10.500 años (6), por lo que se puede esperar muy pronto el comienzo de una nueva glaciación, quizás en los próximos cien o mil años. Después de un óptimo Climático alrededor del 1.100 DC, vino una Pequeña Edad de Hielo entre 1550 y 1700, cuando la temperatura promedio del planeta fue 1°C más baja que ahora (Figuras 1 y 2). Después de 1750, el clima volvió a calentarse, pero no hemos alcanzado aún el nivel del siglo 12 (Figura 2). Alrededor de 1938 se produjo una aceleración del calentamiento, y en los 40 años posteriores, hasta 1976, el planeta se ha estado enfriando. Entre 1978 y 1984 se dio un rápido aumento de la temperatura global en superficie. El período de 40 años de enfriamiento entre 1938 y 1976 ocurrió cuando el 75% del total del CO2 producido por el hombre fue liberado a la atmósfera (Figura 3). Es obvio que todos estos cambios no dependieron de las emisiones antropogénicas de CO2.

El período de 40 años de enfriamiento de la atmósfera global entre 1938 y 1976 ocurrió cuando cerca del 75% de la masa total de CO2 producido por el hombre fue liberado a la atmósfera. Las emisiones anuales de CO2 antropogénico (línea de puntos) son ploteadas contra los cambios de temperatura cerca de la superficie de la tierra (línea llena).

Fuente: Notas 96, 97, y 98.

En la escala regional europea, las mediciones de nueve estaciones meteorológicas representativas no muestran calentamiento entre 1780 y 1989. Excepto por los años cercanos a 1940, el clima de Europa se ha estado enfriando durante los últimos 200 años (Fig. 4). Por ejemplo, entre 1780 y 1980, la temperatura de verano en Varsovia disminuyó 0,39°C; en Viena, 0,91°C; en Praga y Budapest, 0,53°C. En Varsovia, los dos períodos más cálidos fueron los años 1899-1919 y 1934-1954; en Viena, 1788-1817, 1943-1963 y 1970-1990; en Praga, 1797-1817 y 1943-1963; en Budapest, 1788-1808, 1934-1954 y 1971-1991. La máxima desviación de la temperatura media de la región fue de +0,82°C, y se observó en los años 1797-1817 [43].

Excepto para los años cercanos a 1940, el clima de Europa se ha estado enfriando durante los últimos 200 años. Aquí se muestran las tendencias de las temperaturas veraniegas de Europa, 1780-1989, en nueve estaciones meteorológicas de ciudades representativas: Budapest, Inglaterra central, De Bilt, Edimburgo, Hohenpeissenberg, San Petesburgo, Trondheim, Uppsala, y Varsovia.

Fuente: G.R. Weber (ver nota 43).

En los Estados Unidos, las temperaturas medias anuales no muestran grandes cambios entre 1895 y 1997. La tendencia de cien años fue de sólo +0,022°C por década, y para el período 1940-1997 , 0,008°C por década [44]. Todas estas fluctuaciones regionales no pueden ser relacionadas a la emisión de gases de invernadero causadas por el hombre.

Las mediciones satelitales de las temperaturas de la troposfera baja nos da evidencia contra la teoría del calentamiento global provocado por el hombre. Entre 1979 y 1997, estas mediciones (270.000 lecturas diarias sobre el 95% de la superficie del planeta) revelan una ligera tendencia al enfriamiento de -0,04°C por década (Fig. 5). En el mismo período de tiempo, las mediciones a ras del suelo sobre tierra y mares mostraban un calentamiento de +0,15°C por década, mientras que los modelos computados hablan de 0,18°C por década [46]. Las mediciones satelitales se dan en la Fig. 6. La diferencia entre las mediciones de satélites y globos, por un lado, y las de tierra firma, por otro, se explican usualmente como el resultado de la influencia que tiene el calentamiento local de las ciudades sobre las mediciones de tierra firme, y por cambios en los métodos de las mediciones oceánicas.

Figura 5
CAMBIOS DE LA TEMPERATURA GLOBAL MEDIA EN LA TROPOSFERA INFERIOR

Las mediciones satelitales de las temperaturas de la tropósfera inferior entre 1978 y 1997 (30.000 lecturas diarias sobre el 95% de la superficie de la Tierra), revelan una ligera tendencia hacia el enfriamiento de -0,4°C por década. Los cambios en la temperatura promedio de la atmósfera terrestre que se muestran aquí son de las mediciones satelitales de la tropósfera inferior (linea llena), y las cercanas a la superficie en línea de puntos.

Fuente: Adaptado de A.H. Gordon (ver nota 99).

Los datos de 107 estaciones en California para el período 1940-1996 muestran que la temperatura aumenta con el aumento de la densidad poblacional en las áreas donde están ubicadas las estaciones. En una estación rural que no está cerca de ninguna "isla urbana de calor" se registró una tendencia negativa durante el mismo período 1940-1996. [47]

Figura 6
MEDICIONES SATELITALES DE LA TEMPERATURA EN LA BAJA TROPOSFERA

Mediciones satelitales de las temperaturas de la tropósfera inferior entre 1978 y 1999 (Desviaciones del promedio)

Notas:

  1. F. Bottcher, 1996. En "The Glacial Warming Debate". J. Emsley, ed. (London: The European Science and Environmental Forum), pp. 267-285
  2. S.F. Singer, 1996. En "The Global Warming Debate", J. Emsley, ed. (London: The European Science and Environ-mental Forum), pp. 146-157.
  3. S.H. Schneider, 1975, J. Atmosph. Sci. Vol. 32
  4. V. Ramanathan, M.S. Lian, y R.D. Cess, 1979, J. Geophys. Res. Vol. 84, pp. 4949-4958.
  5. S. Manabe y R.T. Wetherald, 1980, J. Atmosph. Sci. Vol. 37, pp. 99-118.
  6. Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) 1990, "Climate Change: The IPCC Scientific Assessment", J.T. Houghton et al., eds. (Cambridge: Cambridge University Press)
  7. Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) 1990, "Climate Change 1995: The Second IPCC Assessment", J.T. Houghton et al., eds. (Cambridge: Cambridge University Press)
  8. J.S. Hoffmann, J.B. Wells, y J.G. Titus, "Future Global Warming and Sea level Rise," en G. Sigbjamason, ed. Iceland Coastal and River Symposium, Reykjavik, Islandia, (National Energy Authority, 1986)
  9. R. Bate y J. Morris, 1994. "Global Warming Apocalypse or Hot Air?" (IEA Environmental Unit)
  10. F. Seitz, 1996. The Wall Street J., June 12
  11. N. Winton, 1995. Reuters World Serv. Dic. 20
  12. R. Kremer, 1998. Brainstorm, Abril, pp. 28-32
  13. J. Maddox, 1991. Nature, Vol. 369, p. 189
  14. J. Maddox, 1994. Nature, Vol. 369, p. 97.
  15. P.H. Abelson, 1990. Science, Vol. 247, p. 1529.
  16. A. Meyer, Nature, Vol. 378, p. 433.
  17. ESEF, 1996. "The Global Warming Debate", J. Emsley, ed. (London: The European Science and Environmental Forum).
  18. ESEF, 1998. "Global Warming: The Continuing Debate", R. Bate, ed. (London: The European Science and Environmental Forum).
  19. F.S. Singer, 1999. "New Heat in Global Warming," Financial Post (Toronto).
  20. S. Boehmer-Christiansen, 1996. In "The Global Warming Debate", J. Emsley, ed. (London: The European Science and Environmental Forum, London), pp. 234-248.
  21. A.S. Manne and R.G. Richels, 1990. In "Scientific Perspectives on the Greenhouse Problem", R. Jastrow, W. Nierenberg, and F. Seitz, eds. (Ot tawa, III.: The Marshall Press; Jameson Books, Inc.), pp. 211-243.
  22. T.R. Malthus. "An Essay on the Principle of Population; or A View of its Past and Present Effects on Human Happiness; With an Inquiry into our Prospects Respecting the Future Removal or Migration of the Evils Which It Occasions", (Cambridge: Cambridge University Press, 1992).
  23. F. Hoyle, 1996. In "The Global Warming Debate", J. Emsley, ed. (London: The European Science and Environment Forum), pp. 179-189.
  24. S.l. Rasool y S.H. Schneider, 1971. Science, Vol. 173, pp. 138-141.
  25. Z. Jaworowski, T.V. Segalstad, y V. Hisdal, 1990. "Atmospheric CO2 and Global Warming: A Critical Review",
  26. "Report of the Norsk Polarinstitutt", Oslo, No. 59, pp 1-75.
  27. Z. Jaworowski, T.V. Ssgalstad, and N. Ono, 1992. The Sci. Tot. Environ., Vol. 114, pp. 227-284.
  28. Z. Jaworowski, T.V. Ssgalstad, and V. Hisdal, 1992. "Atmospheric CO2 and Global Warming: A Critical Review", Segunda edición revisada (Oslo: Norsk Polarinstitutt), Meddelelser No. 119, pp. 1-76.
  29. Z. Jaworowski, 1994. Environ. Sci. & Pollut. Res., Vol. 1, pp. 161-171.
  30. Z. Jaworowski, 1996. In "The Global Warming Debate", J. Emsley, ed. (London: The European Science and Environment Forum), pp. 95-105.
  31. Z. Jaworowski, 1996. "Greenhouse Gases in Polar Ice: Artifacts or Atmospheric Reality?" Umwelttagung 1996, Umwelt und Chemie, Gesellschaft Deutscher Chemiker, Ulm, 7-10 October, 1996.
  32. Z. Jaworowski, 1997. 21st Century Science and Technology, Vol. 10, No. 1 (Spring), pp. 42-52.
  33. H.E. Heyke,1992. Fusion”Vol. 13, pp. 32-39.
  34. H.E. Heyke, 1992. Erd. Kohle-Erdgas-Petrochemie, Brenn.-Chemie” Vol. 45, pp. 360-362.
  35. G. Slocum, 1955. Month. Weether Rev. Oct., pp. 225-231.
  36. F. Wagner et al., 1999. Science, Vol. 284, pp. 1971-1973.
  37. C.J. Yapp y H. Poths, 1992. Nature, Vol. 355, pp. 342-344.
  38. M.l. Budyko, 1982. "The Earth's Climate: Past and Future" (New York: Academic Press).
  39. R.A. Kerr, 1996. Science, Vol. 271, pp. 146-147.
  40. J. Imbrie y J.Z. Imbrie, 1980. Science, Vol. 207, pp. 943-953.
  41. E.J. Barron, S.L. Thompson, and S.H. Schneider, 1981. Science, Vol. 212, pp. 501-508.
  42. J. Imbrie y J.Z. Imbrie, 1979. "Ice Ages, Solving the Mystery" (Short Hills, N.Y.: Enslow Publ.).
  43. T.J. Crowley, 1983. Rev. Geophys.; Vol. 21, pp. 828-877
  44. G.R. Wesber, 1996. En "The Global Warming Debate", J. Emsley, ed. (London: The European Science and Environment Forum), pp. 113-138.
  45. W.O. Brown and R.R. Heim, 1996. Climate Variation Bulletin 8, Historical Climatology Series 4-7, (Dec.), National Climate Data Center, USA; http://www.ncd. noaa.gov.ol/documentlibrary/cvb.html
  46. A.H. Gordon, 1998. "Bias in Measured Data", in R. Bate, Ed., "Global Warming: The Continuing Debate" (London: The European Science and Environment Forum), pp. 52-62

No hay comentarios: